God Man Dog (2007) nos llega de Taiwan de la mano de Singing Chen, joven realizadora que con este, su segundo largometraje, nos propone un cruce de historias en que los dramas personales de 7 personajes confluirán en un accidente donde tienen mucho que ver loe perros, los dioses y por supuesto el hombre.
Ching, una modelo y madre no logra superar la muerte de su hijo culpabilizado a su marido, un hombre mas preocupado por su trabajo aunque eso le está pasando factura y lo sabe.
Buing y su esposa se dedican al transporte de mercancías. Buing es alcohólico y no sabe como vencer su adicción. Su hija intenta abrirse camino con el boxeo con el que espera conseguir una beca.
Yellow Bull vive en un camión, una especie de carroza con inmensa e iluminadas imágenes de dioses, con el que asiste a celebraciones religiosas con la esperanza de conseguir el dinero suficiente para comprarse una pierna ortopédica nueva.
Un ladronzuelo viaja en los maleteros de los autocares y participa en concursos de comida para alimentarse.
Con una puesta de escena exquisita y poderosa que consigue imágenes de una gran belleza, Singing Chen nos guía en este periplo dramático sin cargar las tintas y ofreciéndonos a la vez momentos muy divertidos.
La religión, y su mezcolanza, está presente en todo el film como un protagonista más. Los personajes recurrirán a ella o cambiarán de creencias para encontrar un significado a sus vidas o simplemente un alivio. Yellow Bull, además de cuidar perros vagabundos que encuentra en sus viajes, recoge imágenes religiosas que la gente va tirando. Siendo como son todas las religiones bastante o muy intransigentes, la cristiana se nos presenta como la menos comprensible para nuestros personajes.
La culpabilidad, las relaciones de pareja, la amistad, los anhelos e ilusiones, todo ello tiene cabida en un film honesto donde un buen trabajo de actores, una dirección elegante y una banda sonora inteligentemente usada, dotan a la película de momentos mágicos, casi oníricos.
Nota: 7
Ching, una modelo y madre no logra superar la muerte de su hijo culpabilizado a su marido, un hombre mas preocupado por su trabajo aunque eso le está pasando factura y lo sabe.
Buing y su esposa se dedican al transporte de mercancías. Buing es alcohólico y no sabe como vencer su adicción. Su hija intenta abrirse camino con el boxeo con el que espera conseguir una beca.
Yellow Bull vive en un camión, una especie de carroza con inmensa e iluminadas imágenes de dioses, con el que asiste a celebraciones religiosas con la esperanza de conseguir el dinero suficiente para comprarse una pierna ortopédica nueva.
Un ladronzuelo viaja en los maleteros de los autocares y participa en concursos de comida para alimentarse.
Con una puesta de escena exquisita y poderosa que consigue imágenes de una gran belleza, Singing Chen nos guía en este periplo dramático sin cargar las tintas y ofreciéndonos a la vez momentos muy divertidos.
La religión, y su mezcolanza, está presente en todo el film como un protagonista más. Los personajes recurrirán a ella o cambiarán de creencias para encontrar un significado a sus vidas o simplemente un alivio. Yellow Bull, además de cuidar perros vagabundos que encuentra en sus viajes, recoge imágenes religiosas que la gente va tirando. Siendo como son todas las religiones bastante o muy intransigentes, la cristiana se nos presenta como la menos comprensible para nuestros personajes.
La culpabilidad, las relaciones de pareja, la amistad, los anhelos e ilusiones, todo ello tiene cabida en un film honesto donde un buen trabajo de actores, una dirección elegante y una banda sonora inteligentemente usada, dotan a la película de momentos mágicos, casi oníricos.
Nota: 7
No hay comentarios:
Publicar un comentario