miércoles, 30 de abril de 2008

Crítica Ploy


De Tailandia nos llega Ploy (2007), último trabajo de Pen-ek Ratanaruang, autor entre otras de Last Life in the Universe e Invisible Waves.
Un matrimonio, Wit y Dang, se alojan en un hotel a la espera de asistir a un funeral.
Llevan 7 años casados y su matrimonio se ha vuelto algo frío, desangelado. Dang, actriz retirada con problemas con el alcohol, piensa que su marido ya no la quiera, por que ya no se lo dice ni se lo demuestra, y teme que la esté engañando. Wit quiere a su mujer, por tanto no cree que sea necesario demostrárselo (mucho menos decírselo) y se muestra distante y poco interesado en su mujer.
Wit baja al bar del hotel a por cigarrillos donde conocerá a Ploy, una joven que debe esperar 4 horas para encontrarse con su madre. Tras una charla inocente y sensual, Wit decide invitar a Ploy a que espere en su habitación, lo que desagradará profundamente a Dang. Así pues, la muchacha pondrá de manifiesto los celos, el cansancio de la relación, la inestabilidad y sobretodo la dificultad de comunicación de la pareja.
En contrapunto a ellos, una pareja casual formada por dos jóvenes empleados del hotel, una mujer de la limpieza y el barman, que se aman aunque su trabajo se lo impide por lo que recurren a encuentros esporádicos en las habitaciones, fantaseando con ser clientes del mismo (ella roba la ropa de algún huésped de la tintorería del hotel).
Con un providencial uso de la luz que refleja con extraordinaria belleza la lánguida iluminación de las habitaciones del hotel, tan lánguida como la vida marital de los protagonista; y el uso casi continuo y tenue de una banda sonora compuesta por sonidos (mas que música) relajantes y oníricos, Pen-ek Ratanaruang nos sumerge en un mundo entre lo real y lo soñado, un mundo de duermevela.
Los sueños pueden devenir pesadillas o fantasías eróticas para según quien los sueñes y aunque Pen-ek Ratanaruang nos da pistas, no siempre parece querer aclaramos que es soñado y que es real, dejando que sea el espectador quien decida (como es el caso de la pareja de jóvenes empleados que se aman, a la vez un sueño de la misma Ploy.)
Mediante una muy cuidada planificación y gusto por el detalle, sumado a la peculiar banda sonora y a un ritmo pausado, casi mágico, los sueños (o no) se volverán reveladores para esta pareja.
Excelente film de Pen-ek Ratanaruang, disfrutable en sus silencios, en sus planos, en sus atmósferas, donde lo más importante, después de todo, no es cuantas veces se dice te quiero al cabo del día, sino como se siente el amor y como se vive.

Nota: 8

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